Estación Pecuaria Regional de Córdoba. Las vicisitudes de su uso

La Estación Pecuaria Regional de Córdoba, se creó como consecuencia de un Real Decreto de 7 de diciembre de 1931, en el que se manifestaba la necesidad de poder contar en el territorio nacional con centros de carácter ganadero en los que se experimentase y se transfiriesen los resultados a las explotaciones zootécnicas. Córdoba resultó ser la ciudad elegida para localizar uno de esos centros, y se encargó su puesta en marcha a D. Rafael Castejón que ocuparía la dirección interina de la Estación Este cargo fue efímero al ser prontamente relevado ( a D. Rafael se le asignó al poco tiempo la Dirección de la Yeguada Nacional Moratalla), por su compañero, el también catedrático y perteneciente a la Junta Directiva de la Escuela de Veterinaria, D. Gumersindo Aparicio.

La primera tarea consistió en la búsqueda de una finca donde se estableciese un centro. Después de una serie de gestiones, se eligió la llamada Finca de la Alameda del Obispo, que reunía unas cualidades excepcionales para el fin que se perseguía. Tenía una larga historia que se remonta, según los arqueólogos S. Rodero y M. Moreno, al neolítico agricultor, y sin lugar a duda, figuró como asentamiento prerromano y, posteriormente, necrópolis romana y asentamiento árabe. En el s.XVI fue coto de caza del tío del Emperador Carlos V y, creadas las caballerizas reales cordobesas en el tiempo de Felipe II, se quiso que la finca fuese la dehesa que se necesitaba para las yeguas que iban a servir de base de la raza española, pero finalmente no se pudo contar para este fin con tan magnífica explotación.

Ya en el siglo XVIII; el Obispo de entonces Martín de Barcia, reconstruye la casa principal, casa de campo, huerta, jardín, etc. tal como se encontraba en 1931. Hasta la desamortización sirvió como lugar de recreo y caza del obispado cordobés, para después pasar a predio agrícola. Las vicisitudes no acaban aquí, la Guerra Civil de 1936 frustró lo que pudo ser un centro importante para la ganadería y el desarrollo agrícola de Andalucía y, por motivaciones meramente políticas, al finalizar la Guerra, se convirtió en Estación de Grandes Regadíos, y posteriormente en dependencias del INIA.

Desde los primeros tiempos de los estudios de Veterinaria, en la Escuela de Córdoba, se estimó que el alumnado, aunque el objeto principal de sus estudios fuesen los animales domésticos y la ganadería, tuviese unos mínimos conocimientos de Agricultura. Los primero planes de estudio, así lo entendían, incluyendo de manera constante, una asignatura con el nombre de Agricultura.

La película que se comenta corresponde al comienzo de los años treinta, cuando la mecanización del campo se estaba introduciendo de forma acelerada, y nos muestra dos visiones de las faenas de recolección de cereales: una primera, tradicional, donde las labores se realizaban por las manos y esfuerzo del hombre auxiliado por animales de tracción (siega, transporte, trilla, aventado, criba, empacado, etc) y otra, en la que se emplean las máquinas más modernas del momento (algunas de ellas de vapor) para la obtención y preparación del cereal, siega, trilla y ensacado. Es esta película también un valioso documental de sobre el modo de trabajar de las personas y el utillaje que se utilizaba en el campo cordobés en aquellos años (Juan Carandell).

La segunda parte del film se dedica a la exhibición de distintas razas con las que se empezaban a llenar las instalaciones pecuarias de la nueva Estación que con toda diligencia se había construido bajo diseños americanos en lo que se refiere a los módulos avícola y porcino en los que se centra el interés. Aparecen en la película ejemplares de yeguas, cerdas y lechones, colmenas y bovinos. Estos últimos son llevados a abrevar al río pasando por la alameda en una bella y nostálgica estampa. Lo que pudo haber sido y no fue un centro que, según la intención de sus promotores “al imprimir su iniciativas en la ganadería andaluza, la modifique, acrecentando sus sobresalientes cualidades actuales”.